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NotaPublicado: Lun Jun 01, 2015 9:45 am 
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¿Por qué las bibliotecas son más importantes que nunca en la era de Google?


Código:
http://www.alternet.org/books/why-libraries-matter-more-ever-age-google


[NdelP: El texto fue levemente modificado de su fuente original, la cual era mayormente un review de un libro.]

Si terminaras en una ciudad que no conocés y se te diera nada más que un boleto de colectivo, ¿hacia donde irías? Te sorprendería saber que sólo hay una buena respuesta, y es la biblioteca pública. La biblioteca es la sala pública de estar, y si alguna vez llegaras a perder todo lo privado (dinero, amigos, orientación) podrás ir allí y volverte humano nuevamente.

Por supuesto, no es necesario ser un "sin techo" para usar una biblioteca, pero ese es el punto. No es necesario que seas alguien en particular para entrar y quedarte tanto como quieras, sentarte en sus sillas, leer las noticias, escribir tu discurso, cargar tu teléfono, usar el baño, leer tu correo electrónico, o encontrar la dirección de un hotel o refugio. De todas las instituciones públicas y privadas que tenemos, la biblioteca pública es el verdadero espacio democrático.

No desconocemos el valor de la biblioteca. Encuestas alrededor del mundo muestran que las bibliotecas no son solamente populares, sino que son extremadamente populares. En muchos países, la gente las ve como parte vital de sus comunidades, en comparación a la policía, la escuela (!) y el congreso, mostrándonos de esta forma el mayor éxito del sector público.

Estos tiempos económicamente duros han hecho mella en la biblioteca pública, sin embargo su verdadera enemiga es la nostalgia: la forma en que nosotros, el público amante, las asociamos con los placeres de una era que se fue, y asumimos que el crecimiento de Internet le quita lentamente a las bibliotecas su utilidad. Según el escritor John Palfrey, "la nostalgia es un hilo muy fino del cual penden los bibliotecarios en esta era de transición fuerte. Pensar en las bibliotecas como eran en el pasado y querer que sigan siendo eso mismo es lo que menos deberíamos querer para ellas."

En nuestra adoración naïve aunque sentida a los "lugares pacíficos e incitantes" llenos de libros y nada más, no nos damos cuenta que las bibliotecas se están volviendo más (y no menos) importantes para nuestras comunidades y democracia.

Los humanos estamos produciendo cantidades gigantescas de datos a un ritmo muy vertiginoso a tal punto que el 90% de la información existente tiene menos de dos años de vida. Semejante cantidad de información, con un acceso marcado por la misma desigualdad que existe entre las clases económicas, demanda ser moderada para el bien público, y las bibliotecas son las instituciones que hacen eso.

Las grandes compañías de tecnología se insinuaron como las dueñas de ese rol a través de la inversión de capital desmedido y la ayuda de políticas gubernamentales favorables a sus intereses, vigilando la forma en que nos comunicamos y llevamos a cabo nuestras investigaciones. Las compañías privadas llegaron al punto de oficiar de "mediadores claves" a la hora de prestar e-books, un servicio ofrecido por las bibliotecas pero supervisado por publicadores y terceras partes. Necesitamos defender la "opción pública" en cuanto al manejo de información.

Es enorme el riesgo de que una cantidad pequeña de compañías lucrativas y tecnológicamente inteligentes determinen la cantidad de contenido que leemos y cómo lo leemos. La gran belleza del sistema diverso y rico de bibliotecas que se ha desarrollado en el último siglo y medio ha sido posible gracias al papel que jugaron los bibliotecarios a la hora de seleccionar y hacer disponible una gran cantidad de material para que la gente consulte y disfrute. Nadie que esté detrás de una ideología puede co-optar este sistema; ninguna entidad comercial lo puede hacer y terminar usando el sistema bibliotecario para obtener ganancias.

No sorprende el por qué entidades tecnológicas de 10 años de vida a veces tienen más crédito en el mundo de la información que las centenarias bibliotecas. El cambio en las prácticas de información de los usuarios de bibliotecas está sobrepasando por mucho el cambio digital en las bibliotecas.

Las bibliotecas pueden ser mucho más, tener muchos roles en la vida pública que pueden agregarse a sus funciones actuales: redes de información digital que puede ser prestada (no comprada) gratis; espacios creativos con el suficiente equipamiento para que la gente pueda crear cultura en lugar de solamente consumirla; archivos interconectados y fácilmente accesibles de herencia nacional; centros de búsqueda de trabajo; clínicas para los iliteratos tecnológicos y refugios para aquellos que no pueden comprar nuevos trabajos.

Es muy importante mantener archivos impresos de información ya que el papel físico y la tinta son más estables que sus contrapartidas digitales. También es importante la existencia de un espacio físico educativo y comunitario en cuando a la educación y la comunicación. Y los bibliotecarios, como gente física, siempre van a tener un propósito particular en su visión de la futura biblioteca.

El dilema de las bibliotecas que desaparecen no se trata de eficiencia, sino de valores. Los bibliotecarios recomiendan libros porque son parte de una comunidad y quieren comenzar discusiones entre la gente que ven a su alrededor para resolver los problemas del mundo, pero también para tener una conversación, porque quieren que la gente esté unida. A medida que la tecnología mejora y sobrepasa la capacidad humana, se vuelve muy obvio que ser humano no se trata de capacidad, sino de relacionarse con otros humanos.

Las impresiones han estado entre nosotros desde que nuestros ancestros dibujaron pistas en el desierto, y sigue siendo la única forma de información durable que no requiere mediación, es decir, un dispositivo para interpretarla. Leer un libro es la relación más directa que una persona puede tener con la información, además de escuchar a alguien hablar, y debe haber algún tipo de institución cultural llena de sillas y el aroma del papel. Al igual que la bicicleta, el libro es lo mejor para lo que hace y seguirá estando entre nosotros tanto como los humanos existan porque, tal y como James Bennet escribió en el Atlántico, "las tecnologías tienen una forma de complementarse mutuamente, en lugar de reemplazarse".

Si bien es importante mantener las colecciones impresas, los bibliotecarios deberían “crear nueva nostalgia” actualizándose lo más pronto posible: optimizando sus instalaciones como centros de información pública en esta nueva era digital. ¿Pero por qué deberían demoler salas de lectura contemplativa para hacer espacio para los centros de intercambio de datos? ¿Por qué deberían apretujarse todos estos servicios necesarios en una sola institución? Porque la terquez y el anticomunitarismo de muchas políticas mainstream actuales alrededor del mundo tienen como resultado que sólo las instituciones universalmente apreciadas ya establecidas como las bibliotecas tengan la posibilidad de resistir contra los recortes presupuestarios indiscriminados de algunos gobiernos; de esa manera, las nuevas ideas deben buscar refugio en las viejas casas. Las bibliotecas no se están quedando atrás en la era de la revolución digital por falta de inspiración e iniciativa, sino porque hay gobiernos que se resisten a crear nuevas instituciones para resolver nuevos problemas como solía hacerse en el pasado. De esa forma, las bibliotecas se han convertido en el receptáculo ad-hoc para todos los abismos en los servicios sociales... con inversiones escasas.

Volvamos al ejemplo de la gente sin techo en las bibliotecas: esos niños que van a la escuela no pueden completar su trabajo porque la gente con desórdenes sociales, psicológicos e higiénicos abundan entre las pilas. Pero cuando las bibliotecas comienzan a convertirse en el único lugar interior silencioso en el que puede estar la gente que de otra manera viviría en las calles, no hay forma de evitarlo.

No es una exageración afirmar que el destino de los países bien informados y abiertos dependen del futuro de las bibliotecas. De hecho, el destino de nuestros países depende de la vitalidad de toda la vida pública, y no se les debería pedir a las bibliotecas que carguen con todo el peso, sin importar su financiamiento.

Necesitamos urgentemente una visión del tema en su totalidad; cómo accede la gente a la información sin importar las circunstancias, al igual que cómo acceden a la educación formal, la tecnología de la comunicación, el empleo, el refugio, el espacio verde, el arte, el rendimiento, y el entretenimiento, entre otras cosas. Gran parte de nuestra cultura es exclusivamente por invitación o curada por compañías privadas con fines de lucro. Ciertamente necesitamos una institución libre y abierta, preparada para el Siglo XXI, donde la gente pueda comprometerse con la democracia. Pero entonces, por supuesto, también necesitamos una democracia.

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Es chamuyo y humo, a menos que se demuestre lo contrario con evidencia de calidad.
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