Con el Diario del LunesSería muy fácil llenar esta hoja de adjetivos terribles para descalificar al cuerpo técnico y sus jugadores. Muy sencillo sería apuntar bien arriba, a la cabeza, a Bianchi y a Riquelme. Sumarse a la ola de críticas del periodismo amarillo y reprobar a estas dos personas por el solo hecho de no haber alcanzado los objetivos.
¿Pero alguien realmente creen en su sano juicio que con Falcioni estábamos mejor? A esa gente no le voy a pedir que piense, ya que no quiero generarle a nadie una complicación, solo pido que hagamos memoria, que revisemos cómo jugaba el Boca de Falcioni, el del último semestre. Ese que no tenía una propuesta ofensiva. Donde el enganche jugaba de carrilero por izquierda y arriba un doble nueve sin sorpresa y de pésimo rendimiento. De la mitad para abajo tenía al último caudillo, el Flaco Schiavi, que se encargaba de imponer presencia y ordenar el barullo. El equipo esperaba bien atrás sin importar el rival ni la cancha. Los laterlaes no subían y la única apuesta era una defensa sólida que tiraba pelotazos de 50 metros a la cabeza de los dos centrodelanteros. Eso era Boca, el verdadero Boca de Falcioni, el que no tenía a Riquelme, el Boca con su esquema y sus nombres preferidos.
Y ya que estamos haciendo memoria, estimado lector, ahora trate de recordar con qué realidad se encontró Bianchi al llegar. Calculo que estaremos todos de acuerdo en que el DT heredó un equipo caído, desmotivado, sin fortalezas ni líderes. Tarde pero seguro llegó Román, para aportar su liderazgo, su pegada y su inteligencia. Mientras tanto, Paredes demostraba que con sus escasos 18 años no tenía espalda para ponerse la 10 de Boca. Silva y Viatri se cansaban de desperdiciar oportunidades para quedarse con el puesto. A varios pibes les quedaba grande la presión de tener que ser protagonistas. Los centrales evidenciaban que sin un líder no eran capaces ni de ordenar ni de marcar ni de nada. El lateral tenía a tres tipos de experiencia que se turnaban para hacer del rincón derecho un colador. Somoza seguía sumergido en el mismo nivel paupérrimo del semestre anterior y así podríamos seguir con la lista.
Con este plantel quiso el Virrey imponer su estilo. Buscó poner en cancha un equipo dinámico, que presione arriba, que sea bien corto, que tenga un estratega que arme juego, que los laterales suban siempre, etc, etc. Con el correr de los partidos se fue y nos fuimos dando cuenta que Boca no tenía los intérpretes para hacer ese juego. Ergo, Carlos empezó a probar, a sacar a los peso pesados, a meter pibes y a intentar con otros esquemas cuando el 10 no estaba disponible. Esto llevó un tiempo en el que las aspiraciones del campeonato quedaron atrás, por lo que se decidió apuntar desde muy temprano los cañones a la Copa, más teniendo en cuenta el flojo arranque en la fase de grupos. Con este panorama y con algún altibajo, empezó a encontrarle la vuelta al equipo. Tuvo que optar por un esquema más conservador, resignar peso ofensivo para lograr un medio más combativo y así generar cierta solidez en una defensa de cartón, recuperó a Somoza, levantó el nivel de Erviti, convirtió en pieza clave a un Riquelme que no está bien físicamente, encontró un lateral derecho y logró el destape de un delantero, el menos pensado, el tipo que no tenía lugar ni experiencia ni apellido.
Estos cambios trajeron resultados. Boca tuvo que ir a disputar la clasificación a Uruguay y luego revalidarla en La Boca. Después fue el turno del campeón del mundo y por último el supuesto mejor equipo del país. En esos seis partidos, los más importantes del semestre, el equipo del Virrey recibió un gol en contra. Con tres victorias y tres empates. Solo tropezamos contra una suerte esquiva que nos dejó en el camino. Independientemente de los números, tanto en llegadas como en desarrollo de juego no fuimos menos que nadie en ninguna de las fases. El precio que hubo que pagar por esto fue el abandono total y absoluto del campeonato local, que parece un costo muy alto para algunos, pero si por un par de centímetros hoy estábamos en las semis de la Copa nadie iba recordar este olvidable torneo doméstico.
En solo cuatro meses muchos "entendidos" de este deporte hablan del fracaso de Bianchi, la crisis en Boca y el mal momento de Román. Yo en cuatro meses veo que, más allá de los desaciertos que existieron, se logró encontrar un equipo, sin lujos, con limitaciones, pero un equipo al fin; que puso la cara siempre y que no se vio superado por nadie. Y en Riquelme encontró al tipo clave en los momentos justos, a pesar de sus problemas físicos. Basta repasar los partidos importantes para verificar esta afirmación.
Esto no alcanza de cara al futuro pero es muchísimo para apenas cuatro meses y un contexto tan adverso. A partir de junio Carlos podrá armar y desarmar a gusto, y así parar en la cancha el equipo que tiene en la cabeza. Ese será el momento de ver un Boca con el verdadero sello de Bianchi. Mientras tanto y como dice la canción... "no me importa lo que digan esos putos periodistas, la puta que los parió".
Código:
http://www.unmetroadelantado.com/2013/06/con-el-diario-del-lunes.html
Jugadores que vuelven: Emanuel Insua, Jesús Mendez, Enzo Ruiz, David Achucarro, Alan Perez ,Sebastián Vidal y Joel Acosta.
Jugadores a los que se les termina el contrato: Leandro Somoza, Oscar Ustari, Franco Sosa, Lautaro Acosta, Clemente Rodriguez, Emiliano Albín, Exequiel Benavidez, Christian Stele, Mariano Suarez, Franco Richard, Brian Flores, Martin Furtado y Pablo Pajurek.
Jugadores que podrían irse: Christian Cellay, Agustín Orión, Santiago Silva, Lucas Viatri y Nicolas Colazo.
Humo de posibles refuerzos: Fernando Gago, Daniel "Cata" Díaz, Jesús Dátolo, Lucas Orban, Fabricio Fontanini, Fabián Vargas y Diego Lugano.