No es un accidente, es un asesinatoAsí como en otras oportunidades nos hemos alejado de la temática de este blog, al menos en apariencia, para suscribir a las denuncias por cuestiones que no deberían seguir sucediendo en el siglo XXI, como el asesinato de Cristian Ferreyra y tantas otras cuestiones que nos hacen dudar de la capacidad de la especie humana para evitar su propia destrucción, a cuatro días de la tragedia de Once nos gustaría hacer una reflexión.
No es casual que esta tragedia haya ocurrido en el mismo lugar donde hace pocos años sucedió otro crimen de dimensiones catastróficas que dejó un saldo de 194 pibes asesinados por la corrupción del Estado: nos referimos a Cromañón. En Once confluye no sólo una masa importante de la clase trabajadora, sino que además en sus alrededores convive la paria y desechos útiles del capitalismo más salvaje: los inmigrantes ilegales, los travestis, las putas, los sin techo a los que no les llegó el derrame de la maravillosa inclusión social. Once es el enclave social de todo lo peor que producimos como sociedad: miseria, marginalidad, explotación en todas las formas. Y también muerte.
En el caso de la tragedia ferroviaria de Once no hay un mínimo asomo de duda de que Cristina Fernández tiene una responsabilidad política directa de la que no puede, y no debería, escapar. Schiavi, Cirigliano y Cristina Fernández de Kirchner son los responsables directos de las 51 muertes ocurridas en Once. En la medida en que existe un informe de 2008 de la Auditoría General de la Nación que denuncia las condiciones de los trenes y aconseja la rescisión del contrato a TBA, no se puede alegar desconocimiento de las condiciones del servicio, ni echarle la culpa a los pasajeros por las prácticas que adoptan en los trenes cuando la realidad es que los obligan a viajar en las peores condiciones posibles, directamente infrahumanas. Muchos menos actuar como querellante en la causa, cuando no sólo el Estado es responsable de lo acontecido, sino que además lo mínimo que debería hacerse es rescindir el nefasto contrato que llevó a esta situación.
Si le das más poder al poder...La familia Cirigliano probablemente sea un poder dentro de la misma estructura de poder: nadie que lleva casi 20 años inserto en la estructura política del Estado lo hace sin generar su propia red de complicidades que lo vuelvan inmune e impune frente a los giros políticos. Los Cirigiliano son de algún modo una herencia de gobiernos anteriores que escapa a los signos políticos de este gobierno, pero también de cualquier otro: el cúmulo de corrupción les permite mantenerse en ese lugar sin temer demasiado los cambios de políticos y de política.
Probablemente haya tantos muertos en el ropero de la corrupción política que rescindirle el contrato a TBA sea para el gobierno un equivalente a cavar su propia fosa. Probablemente rescindirle el contrato a TBA sea reconocer que durante estos ocho años se ha tenido una política de transporte tan deficiente que no tiene nada que envidiarle al menemismo más rancio.
Pero, por otra parte, no hacer lo que corresponde hacer, es decir, exigirle la renuncia a Schiavi y rescindir el contrato a TBA, implicaría que desde aquel ya lejano diciembre de 2001 no hemos aprendido la lección más importante, a saber: que la política no es sólo una herramienta de construcción de alianzas para favorecer a los más poderosos, sino que deber ser una herramienta de cambio. De eso abjuraron con hechos tanto Néstor como Cristina, privilegiando lo político por sobre lo técnico, y por eso muchos los apoyamos aún a sabiendas de que en más de una oportunidad privilegiaron el interés personal por sobre el interés colectivo, o dicho en criollo, que más de una vez se comportaron como unos verdaderos hijos de puta. En la medida en que eso traía consigo también cambios estructurales como la reestatización de las AFJP, la recuperación de Aerolíneas, la Asignación Universal por Hijo, la Ley de Medios, el matrimonio igualitario, y tantos hechos loables de políticas sociales y económicas progresistas, las contradicciones que producían otros hechos, eran aceptables.
El problema es que todo nivel de contradicción aceptable tiene su límite. No rescindir el contrato con TBA ahora sería una canallada política y una acción que habla de una inhumanidad inaceptable.
Por supuesto, nada de esto está dicho desde un lugar técnico: lo técnico, es decir, si es viable o no rescindir ese contrato, cómo y en cuánto tiempo, es algo absolutamente secundario. Eso deberán analizarlo los técnicos, cómo, cuándo y de qué manera. Lo que corresponde no es una excusa técnica, sino una decisión política.
...más duro te van a venir a cogerLa legitimidad popular del 54% no otorga carta blanca para hacer cualquier cosa (desde la ley antiterrorista hasta la ausencia de voces oficiales en la tragedia de Once más allá de dar un pésame), porque la legitimidad popular es algo que se construye, se consolida y se sostiene, o se pierde. Lo que dicen las urnas no es un grito eterno ni incólumne, y el kirchnerismo en su conjunto debería saber de esto desde 2007 a 2009, donde pasó de un 40% de aprobación hasta llegar al 18% y después tocar el 80% de aprobación y un 54% de votos en las urnas. Así de fluctuante es el humor popular, y el 54% de votos no los salva de no hacerse cargo de la muerte de esas 51 personas, entre ellas muchos pibes jóvenes. Muchos pibes que hoy ya no están en sus casas y para cuyas familias no hay ni va a haber nunca consuelo posible. De no hacerse cargo de esas cosas no te salva el 54% de votos.
Cuando en un "accidente" están involucrados los poderes políticos y económicos que actuaron o dejaron de actuar para la prevención de ese "accidente", sencillamente no se puede hablar de "accidente". No es un accidente cuando hubo tres tragedias debidos a los trenes en 2011 y no se hizo nada. Cuando el poder político decide no actuar frente a una circunstancia en la que podría haber actuado para prevenir catástrofes, de lo que estamos hablando no es de un accidente. Es de un asesinato con la responsabilidad cómplice e impune del Estado. No hace falta el veredicto de la justicia para establecer esa complicidad. Eso es lo que es la "tragedia" en Once: un asesinato del cual el Estado es cómplice.
Código:
http://www.derechoaleer.org/2012/02/no-es-un-accidente-es-un-asesina.html