Megaupload, ¿culpable o inocente?
Con el cierre de Megaupload por las tropas de la Ley de EEUU, previamente requeridas por los grandes magnates de la industria del cine, música, etc., se está generando un cierto debate, una reflexión, un ¿dónde me posiciono yo con esta noticia?. Y es que el asunto del cierre nos ha pillado por sorpresa, a pesar de que la amenaza ya se había lanzado hace meses, pero quizás, con el revuelo que está generando la SOPA o la PIPA –suena a chiste, pero es el acrónimo que hace alusión a la propuesta del senado de EEUU para combatir su versión de la piratería– nos hemos podido dejar llevar por la inercia de buscar una similitud entre ambos procesos, pero no, salvo casos contados, no podemos dejarnos llevar pensando que había que respaldar a Megaupload.
De acuerdo, como se está viendo a raíz de esta noticia, muchos particulares y empresas utilizaban Megaupload para poder compartir contenido propio, y por ellos, o más bien por la recuperación de ese contenido sí que hay que emitir quejas contra las fuerzas de la Ley de EEUU. Sin embargo, como se ha podido leer en conversaciones de los propios dirigentes de Megaupload, había conocimiento de que muchos usuarios utilizaban su servicio para compartir contenido con derechos de autor. Si bien, en España, este tipo de actividades no están penadas por la Ley –aunque los políticos, desde su ignorancia supina, hayan decidido lo contrario–, hay que tener en cuenta que Megaupload, en su mayor medida, era un servicio de pago, en el que además se compensaba a los usuarios que generaban mayor descarga de su contenido –antiguamente de manera económica y en la actualidad mediante prórrogas en el pago de la cuota anual–; y todo hay que decirlo, los dirigentes estaban forrados gracias a estos ingresos, ergo, por lo menos en España, ellos sí se estaban lucrando con esta actividad.
No hay que olvidar los sistemas empleados para poder interceptar las conversaciones entre los diligentes, o cómo han accedido a sus cuentas en PayPal, por las que cobraban la suscripción de sus servicios, o esa acusación que, ya sea cierta o no, sirve para manchar de un plumazo todo resquicio de inocencia: pornografía infantil y terrorismo –me recuerda a como desprestigiaron al diligente de Wikileaks–. Sí, con estos métodos ya dejas de saber quién era más ilegal en todo en asunto.
A todo esto hay que sumar lo que, a través de Twitter, hemos leído de algunos partícipes de la decadente industria discográfica española que, tras enterarse de la noticia, poco menos que han descorchado una botella para celebrarlo. Todo se suma y posturas como estas provocan ira de muchos y, por error, se puede pensar que el enemigo de mi enemigo es mi amigo. Pues no, por una vez hay que no-defender este pensamiento.
Estoy con los afectados que habían pagado una cuenta para poder compartir contenido propio, estoy con que había lucro en una actividad de las llamadas como ‘compartir cultura’, pero no estoy con las formas o con lo que este precedente puede generar en otras situaciones. Tenemos reciente toda la controversia popular que hubo con nuestra Ley Sinde y cómo, tras mucho mareo, se ha aprobado incluso a peor. Resulta muy lamentable enterarse cómo todo ha sido, una vez más, orquestado por los capos de la industria del entretenimiento de EEUU. Peor aún cómo allí finalmente se ha paralizado el propósito de SOPA/PIPA por queja popular, o incluso del propio Obama, pero en España todo ha seguido adelante. En fin, ayer fue un día donde se juntaron muchos pensamientos relacionados con el mismo medio, y pienso que todos deberíamos reflexionar nuestra postura y, de momento, hacerla partícipe de otros libremente, porque puede que esta libertad, al ritmo que va todo, también nos la quieran coartar.
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