Pesados, satánicos, violentos: así fueron estigmatizados los amantes esta música a lo largo de las décadas; ¿verdad fundamentada o pura apariencia?
La reacción de Geezer Butler cuando fue visitado por el mismísimo Diablo funciona como primer argumento. La anécdota de esa aparición satánica, la que dio origen nada menos que a "Black Sabbath", termina con el bajista de la legendaria banda liderada por Ozzy Osbourne pintando las paredes de su departamento de naranja, dando vuelta las cruces invertidas que lo decoraban y eliminando toda referencia a ese oscurantismo con el que apenas llegaron a coquetear. Evidentemente, no cualquiera puede lidiar con el Demonio. A lo largo de las décadas, se sabe, él no fue el único representante del heavy que se acercó a las ciencias ocultas (la pasión de Jimmy Page por los escritos del siniestro mago Aleister Crowley, por ejemplo, es harto conocida) pero el vínculo demostró en varias ocasiones ser más producto de una fantasía de apariencia de dureza que una realidad. Y no sólo arriba del escenario.
La historia del entusiasta del metal y sus diversas ramificaciones (el caso Mayhem, aparte) es la historia de una estigmatización, de una tendencia a demonizar casi siempre prejuiciosamente a estos sujetos fornidos de pelos largos, tachas, anillos, cuero y cara de pocos amigos. Una construcción social retroalimentada por ambas partes del contrato: el metalero de raíz encuentra satisfacción en ese miedo fundado en la mera potencialidad de violencia emanada por lo tosco de su imagen. Las acusaciones injustificadas de motivación del crimen y comportamiento agresivo suelen centrarse en las bandas de este estilo: que Judas Priest provocó un suicidio colectivo, que la alternatividad de Marylin Manson fue responsable de la masacre de Columbine...
Pero, aglutinados por el sudor de sus remeras negras y los brebajes, la comunión pacífica del público heavy suele afianzarse en cada una de las oportunidades de pararse frente a los representantes del género, locales o internacionales. Sea el que mira Two and a Half Men y es fan de Shania Twain o el que toma Jack Daniels con Coca Light.
FuenteCitar:
http://www.rollingstone.com.ar/1581522-metaleros-la-paradoja-del-heavy-re-jodido
Pd: no se si va acá esto o en otra sección, lo compartí para ver que opinan ustedes pero para mi la nota es muy mediocre.