El siguiente es un discurso que dijo Bussi es con respecto a la epoca del gobierno militar, la cual nos cuenta que para quienes somos de esta generación y desconocemos que pasó les dará un pantallazo que no es tan asi como dicen los mismos politicos ahora, espero que lo lean con detenimiento es largo, pero muy interesante
En la legislatura tucumana, el diputado provincial e hijo del general recientemente fallecido, pronunció el jueves de la semana pasada el severo discurso que reproducimos.
Sres. Diputados:
Una vez mas, nos toca hacer mención al 24 de marzo de 1976, fecha en la que se llevó adelante el último golpe de Estado.
Llego a este recinto imbuido del mayor de los respetos por el dolor de quienes todavía sufren la pérdida de un ser querido, se este familiar directo, correligionario o compañero. El dolor, dolor es… y no reconoce ideologías ni mezquindades de ninguna especie. Yo mismo siento el dolor por la pérdida de un ser querido, mi padre se fue definitivamente hace 4 meses y no sé cuándo voy a dejar de llorarlo y extrañarlo. El dolor es desgarrador, angustiante y movilizante, por eso no puedo menos que solidarizarme con todos lo que aún lo sienten producto de la barbarie, los atropellos y la incultura en que llevaron al país quienes tenían la responsabilidad de conducirlo en la década del ‘70.
Dicho esto, Sr Presidente, déjeme reclamarle a la Cámara que no tome un capítulo de nuestra historia, como si fuera una porción de torta, que se la puede extraer de su conjunto…
La historia, Sr Presidente, no puede ser juzgada de manera parcial, antojadiza y arbitraria, ni sus sucesos pueden ser descontextualizados como acá se pretende. Para juzgar hechos del pasado, tenemos que remitirnos necesariamente a las vivencias de entonces, recabando información acerca de lo que sostenían y defendían sus protagonistas, sus actores, y los medios de comunicación del momento. Hay que analizar la historia con la lógica de aquel momento. Lo contrario es intentar reescribir los sucesos del pasado de acuerdo a intereses coyunturales, y eso, no ayuda a comprender el drama de los argentinos.
Si sacamos un pedazo de nuestra historia descontextualizándola y trayéndola al presente para juzgarla con nuestros valores actuales, no estaremos analizando la historia, sino buscando justificativos que permitan explicar posiciones políticas actuales. Porque con ese criterio corremos el riesgo de condenar todo el accionar humano anterior a nosotros, porque los que nos han precedido no tenían nuestros valores, nuestras convicciones, y nuestros intereses, entonces resulta que los de antes serán adúlteros, violadores y asesinos… o podríamos juzgar a Juan Manuel de Rosas como un verdadero asesino, porque fusilaba a los unitarios, y esto, Sr. Presidente, es un gran barbarazo.
La historia es una ciencia que estudia fenómenos del hombre concatenados, engarzados entre sí, es irracional pretender juzgar un capitulo de nuestra historia desprovisto de los valores y las necesidades del momento como si se tratara de una experiencia de laboratorio.
Siguiendo con esta línea, permítaseme señalar lo que ocurría en la Argentina en la última parte del siglo pasado:
El primer grupo subversivo que apareció en la argentina fue LOS UTURUNCOS, en el 59, y luego el EJERCITO GUERRILLERO DEL PUEBLO en el 64, unos combatían a Frondizi, y los otros al gobierno del presidente Illia.
Ya en el año 68 apareció el EJÉRCITO REVOLUCIONARIO DEL PUEBLO, y más tarde las FAP, FAL y MONTONEROS.
Según el historiador y ex guerrillero Pablo Pozzi, en los años ‘70, en la Argentina actuaban 17 grupos guerrilleros, pero los que alcanzaron alcance nacional fueron sólo 5: FAP, FAL, FUERZAS ARMADAS REVOLUCIONARIAS, ERP Y MONTONEROS.
El 11 de Marzo de 1973, gana las elecciones el FREJULI CON LA FÓRMULA Cámpora-Solano Lima, el primero de ellos fuertemente cercado por el “entrismo” de Montoneros.
La nueva gestión asumió el 25 de mayo de ese mismo año, y la presión de los grupos armados le arrancaron al presidente un decreto de indulto por el cual 2.000 guerrilleros que habían sido juzgados y condenados por la Cámara Federal Penal, serían liberados en todo el país.
Al día siguiente, una ley del nuevo Congreso declaraba la amnistía por los delitos cometidos por grupos guerrilleros, disolviendo la Cámara Federal Penal. Me refiero a las leyes 20.509 y 20.510 que entre otras cosas hicieron excarcelables los delitos de tenencia de armas de guerra, falsificación de documentos de identidad, amenazas extorsivas entre otras actividades propias de la actividad guerrillera.
Perón, entre tanto, veía con suma desconfianza el paso del nuevo gobierno constitucional, y anticipaba una guerra interna del propio peronismo, entre los sectores más conservadores y los llamados entristas.
Dicho conflicto terminó por desatarse en ocasión de un acto verdaderamente multitudinario del 20 de junio del ‘73, donde cerca de 2.000.000 de personas fueron a esperar al Gral. Perón a Ezeiza. La pelea por la proximidad al palco desató una balacera impresionante que dejó centenares de heridos y muertos.
La consecuencia institucional de aquella matanza fue el inmediato desplazamiento de Cámpora, cuyo mandato duró solamente 49 días.
Asumió la presidencia el Presidente de la Cámara de Diputados de la Nación, Raúl Lastiri, quien llamó a elecciones de inmediato y Perón, acompañado por María Estela Martínez de Perón, ganó cómodamente con el 61% de los sufragios. Apenas dos días después de los festejos cae asesinado por Montoneros, el Secretario General de la CGT José Ignacio Rucci, íntimo amigo de Perón.
Dicho asesinato decidió al ahora Presidente Perón a combatir frontalmente a la guerrilla y a depurar el movimiento por él fundado del entrismo marxista.
Me permito en este espacio, leer una declaración que muchos recordarán del propio Perón: “NINGUNA SIMULACIÓN O ENCUBRIMIENTO POR INGENIOSO QUE SEA PODRÁ ENGAÑARME. POR ESO, DESEO ADVERTIR A LOS QUE TRATAN DE INFILTRARSE QUE, POR ESE CAMINO VAN MAL… A LOS ENEMIGOS EMBOZADOS, ENCUBIERTOS O DISIMULADOS, LES ACONSEJO QUE CESEN DE SUS INTENTOS, QUE CUANDO LOS PUEBLOS AGOTAN SU PACIENCIA, SUELEN HACER TRONAR EL ESCARMIENTO”.
Con esta clara y precisa declaración, Perón marcaba su diferencia con Cámpora… no permitiría que grupos de izquierda se infiltren en las estructuras del PJ y del Gobierno.
Mientras tanto el ERP atacaba discrecionalmente cuarteles militares, y entraba al monte tucumano.
En tales circunstancias, y con el auspicio del gobierno peronista, nace la TRIPLE A ALIANZA ANTICOMUNISTA ARGENTINA, que no era otra cosa que una organización violenta compuesta por peronistas ortodoxos, que tenían por misión enfrentar de manera irregular a la guerrilla marxista, principalmente a los infiltrados en el peronismo.
Perón les declaraba la guerra a los Montoneros, y el momento de mayor tensión se vivió el 1 de Mayo del 74, en un acto multitudinario en Plaza de Mayo con motivo del día del trabajador, donde Montoneros a voz en cuello reclamaba a Perón: “VEA VEA VEA, QUE MANGA DE BOLUDOS, VOTAMOS UNA MUERTA, UNA PUTA Y UN CORNUDO”, y “QUE PASA QUE PASA GENERAL, QUE ESTA LLENO DE GORILAS EL GOBIERNO POPULAR”, a lo que Perón respondió desde su balcón: NO ME EQUIVOQUE NI EN LA APRECIACIÓN DE LOS DÍAS QUE VENDRÍAN, NI EN LA CALIDAD DE LA ORGANIZACIÓN SINDICAL QUE SE MANTUVO A TRAVÉS DE LOS DÍAS QUE VENDRÍAN. AÑOS, PESE A ESTOS ESTÚPIDOS QUE GRITAN… HOY RESULTA QUE ALGUNOS IMBERBES PRETENDEN TENER MAS MERITO QUE LOS QUE LUCHARON DURANTE 20 AÑOS”.
Los Montoneros se fueron de la plaza, y la relación que había sido alimentada por unos y otros, pasó a ser historia.
Con la guerra interna desarrollándose a todo vapor, el 1 de julio de 1974 muere Perón y lo sucede su esposa, Isabelita, asesorada principalmente por LÓPEZ REGA, mentor e ideólogo de la TRIPLE A.
La situación del país no podía ser peor, en Marzo del 75 Santucho y el ERP, ya había echado las bases en el monte tucumano. El gobierno intentó reaccionar enviando 500 efectivos policiales ametralladora en mano a desactivar la guerrilla, pero el esfuerzo fue en vano.
Según el diario LA OPINIÓN conducido por Jacobo Timerman, padre de nuestro actual canciller, “PARA EL MES DE AGOSTO DEL 75, EN EL PAÍS OCURRÍA UNA MUERTE POR RAZONES POLÍTICAS CADA 48 HS, MIENTRAS QUE, EN OCTUBRE DEL MISMO AÑO SUCEDÍA LO MISMO PERO CADA 19 HS”.
Pero el gobierno todavía podía reaccionar, así fue que en febrero del 75 ordena a las FFAA a través del decreto secreto 261 a “ejecutar las operaciones militares que sean necesarias a efectos de neutralizar y/o aniquilar el accionar de los elementos subversivos que actúan en la provincia de Tucumán”. Dicho documento fue firmado por la presidenta Isabel y la totalidad de sus ministros. Había nacido el OPERATIVO INDEPENDENCIA.
La argentina vivía momentos de zozobra, el temor y la inseguridad eran asuntos cotidianos: … tanto es así que en junio del ‘75, los medios informaban que desde el advenimiento de la democracia el 25 de mayo del ‘73, hasta ese momento, se habían producido 5.097 hechos terroristas”.
Para peor, en ese mismo mes estalló lo que se conoció como el Rodrigazo, que no fue otra cosa que una revuelta popular como reacción al aumento masivo de precios de los bienes y servicios, dónde sin lugar a dudas actuaron grupos revolucionarios infiltrados entre el estudiantado cordobés.
Los terroristas sintieron estar más cerca que nunca del poder, e intensificaron su accionar, y MONTONEROS, emulando al ERP, inició actividades de guerrilla rural, pero en lugar de Tucumán, fue Formosa la provincia elegida.
El gobierno por fin entendió que ya no alcanzaba con la TRIPLE A, ni con los policías, ni siquiera con el Ejército en Tucumán, había que declarar la guerra en la totalidad del territorio Argentino, así fue como apareció un segundo decreto, esta vez firmado por Luder, Ruckauf y Cafiero, en ejercicio de la presidencia de la Nación, porque Isabel estaba de licencia por estrés, apareció el decreto 2772 que establecía: “las FFAA, procederán a ejecutar las operaciones militares y de seguridad que sean necesarias a los efectos de aniquilar el accionar de los elementos subversivos en todo el país”.
Cabe mencionar que en la guerra desatada entre la TRIPLE A y las organizaciones subversivas, la técnica de desaparición de personas era moneda común.
Ahora, yo me pregunto, ¿podemos hoy incurrir en el facilismo demagógico de tomar esta fecha con liviandad e irresponsabilidad, usando el aniversario presente para demonizar eternamente a las Fuerzas Armadas, mientras minimizamos u ocultamos lo que significó la barbarie del terrorismo subversivo, olvidando lo que fue la Triple A y omitiendo cualquier autocrítica en torno al papel de los partidos políticos tradicionales?
La fecha que hoy nos convoca resulta emblemática, dado que por entonces la Argentina era un escenario de violencia extrema, puesto que, según datos textuales arrojados por el Tribunal presidido por León Arslanián en los considerandos de la Causa 13 que juzgó a la Junta Militar en 1985, el país vivía una “guerra interna y revolucionaria” desatada por el terrorismo del ERP y Montoneros (que contaban con 25 mil integrantes según la sentencia), en cuyo actuar sendas bandas cometieron entre 1969 y 1979, 21.665 atentados, entre los que se contabilizan 1.748 secuestros, 1.501 homicidios y 5.052 colocaciones de explosivos entre otras felonías.
Antes de la fecha que hoy evocamos, vale subrayar que el país estaba siendo gobernado por el Partido Justicialista, a la sazón comandado por Isabel Perón, Celestino Rodrigo y López Rega entre otros personajes de triste memoria. El desconcierto económico y el inmanejable accionar del terrorismo acechaban al país ante un Estado ineficiente e indefenso. La organización peronista Triple A, la organización peronista Montoneros y la banda marxista ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo) ya se habían cobrado las vidas de cerca de 2000 compatriotas inocentes durante el lapso democrático obrante entre mayo de 1973 y marzo de 1976.
¿Cuál fue la respuesta de la clase política y la sociedad civil al respecto?
No otra que incentivar a los militares a que tomen el poder del Estado. Sé que esto que estoy diciendo es incómodo para muchos de mis colegas, dado que sus respectivos partidos no sólo fogonearon la rebelión militar sino que colaboraron y cogobernaron en lo que luego dio en llamarse el Proceso de Reorganización Nacional.
Vamos por partes:
El radicalismo, por entonces llevaba a cabo denodados esfuerzos para derrocar a Isabel, y el 27 de febrero, el Comité Nacional de la U.C.R. publicó la siguiente solicitada en el diario La Opinión: “El país vive una grave emergencia nacional. Advertimos hoy, ante la evidente ineptitud del Poder Ejecutivo para gobernar. Toda la Nación percibe y presiente que se aproxima la definición de un proceso que por su hondura, vastedad e incomprensible dilación, alcanza su límite”. Nótese en el comunicado la nada sutil queja radical por la “incomprensible dilación” de la continuidad en el gobierno de Isabelita.
Dos semanas antes del 24 de marzo, la clase política expresamente se declaraba incompetente e imposibilitada en forma total para dar respuesta al caos terrorista e institucional. En las Sesiones legislativas del 10 de marzo, se emitían las siguientes declaraciones:
Senador Angeloz: “Debo confesar que en el día de hoy he golpeado todas las puertas: la del señor Ministro del Interior, la de la Policía Federal, la de algunos hombres del Ejército. Y el silencio es toda la respuesta que he encontrado [...] desde esta banca aparezco impotente para proteger la vida de los habitantes. Los senadores de la Nación tenemos las manos atadas y no encontramos solución para asegurarles la vida”.
Senador De la Rúa: “El señor senador ha aludido a la perspectiva de guerra civil. Diría señor Presidente que estamos al borde de un abismo (…) mueren policías a diario. Caen soldados. La violencia y la inseguridad están en la calle”.
Senador Oscar Allende: “En mi ciudad (Córdoba) hay miedo. Las calles al atardecer comienzan a estar desiertas”.
Senador Bravo: “en nuestro país hay un vacío de poder y no hay conducción de gobierno (…) este gobierno está en una pendiente inclinada y viene cayendo. Si no lo recogemos entre todos y ponemos orden, alguien va a tomar la conducción del país. Ningún país queda un día sin gobierno”.
Declaración del Partido Comunista del el 12 de marzo “reiteramos nuestra propuesta de formar un gabinete cívico-militar”.
Ricardo Balbín, presidente de la UCR, el 16 de marzo declaró: “traigo nada más que una invitación. Conozco todos los rumores. Sé todas las inquietudes. Se conjugan los movimientos de las Fuerzas Armadas Argentinas, las que soportaron todo. Las que enterraban a sus muertos y hablaban de las instituciones del país”.
Entre los crímenes masivos y la acefalía virtual, los días 17 y 18 de marzo (una semana antes del 24) los legisladores reconocían y ratificaban nuevamente la total incapacidad de resolución de ellos mismos. Para no aburrir y abrumar con datos redundantes, transcribiremos solamente unos párrafos que daban cuenta del desbarajuste:
El Presidente de la Cámara de Diputados Sánchez Toranzo (peronista) afirmó: “Doloroso es el precio que pagan los hombres de armas, en el cumplimiento de los deberes que la hora les impuso. Que este sacrificio no sea en vano por la renuencia de la civilidad”.
Senador Brizuela: “Se matan militares, policías, gendarmes y civiles. Se matan padres e hijos. Se mata a familias enteras mientras las FF.AA. atacadas arteramente llevan adelante una campaña de lucha total (17/03/76)”.
Diputado Moyano: “No es posible que el aparato estatal de Seguridad no haya descubierto los centenares, miles, innumerables casos de violencia subversiva [...] es así imputarle al Poder Ejecutivo en los dos años y medio últimos, ineficiencia, ineptitud e incapacidad para esclarecer la verdad de los hechos de la violencia subversiva”.
La Diputada camporista Nilda Garré por entonces lamentaba: “Las cotidianas desapariciones y tantos otros hechos similares vienen formando un siniestro rosario de crímenes miserables que se suceden sin que un solo culpable sea identificado”, la misma diputada proseguía reconociendo la total incapacidad para solucionar (según sus textuales palabras) “esta guerra boba en la que todos parecemos atrapados, impotentes y atados de pies y manos”.
El Senador radical Eduardo Angeloz, con esa imprecisión propia de la idiosincrasia de su partido expresó: “Alguien tiene que dar la orden…alguien tiene que decir basta de sangre en la República Argentina”.
El Diputado peronista Alberto Stecco solicitando mano dura con desesperación, manifestó: “Pero que no ocurra, cuando llegue la hora de apretar para asegurar la vida de los ciudadanos, que les tiemble la mano”.
Ante el caos, quién si llevó adelante una acción concreta, fue el Diputado peronista Luis Sobrino Aranda, quien ese mismo 17 de marzo se escapó de la situación renunciando a su banca y declaró: “El proceso político argentino está agotado”.
Pero en ese histórico debate, la expresión más clara y sintética de lo que sucedía y de lo que la clase política podía dar, la manifestó el Diputado radical Molinari Romero:
“¿Qué podemos hacer? Yo no tengo ninguna clase de respuesta”.
Por esas horas no había nadie en el gobierno que se hiciera cargo de nada, a los peronistas y opositores el poder les quemaba entre las manos y era mucho más fuerte el ánimo de fugarse que de solucionar el inmanejable drama. Tal es así que por esas horas el iconográfico líder de la CGT, el dirigente peronista Casildo Herrera se escapó al Uruguay y desde Montevideo hizo pública su rememorada frase: “yo me borro”.
Estaba visto que el oficialismo, en lugar de dar respuestas, tenía ganas de “borrarse”. En una República normal, la expectativa de una solución debería depositarse en la oposición. Pero en Argentina, el líder máximo opositor, el Dr. Ricardo Balbín, Presidente de la UCR, 48 horas antes del 24 de marzo afirmó públicamente: “Hay soluciones pero yo no las tengo”.
¿Había chances de una salida política?, si la había, la clase política la desestimó.
Nadie quería una salida política dado que ya habían pasado ininterrumpidamente por la Presidencia de la Nación cinco presidentes de “jure” distintos (Cámpora, Lastiri, Perón, Isabelita y tras su “licencia”, Luder), sin que ninguno pudiera efectuar siquiera una condena a ningún guerrillero. Por el contrario, fueron amnistiados en mayo de 1973 por irresponsabilidad de Cámpora, y los jueces que enjuiciaron a los terroristas que luego fueran indultados, padecieron persecuciones y asesinatos, como el Juez Quiroga, asesinado por la espalda.
Resulta que hoy, los que reivindican a Cámpora cuestionan a los militares por haber combatido a la guerrilla sin jueces y sin leyes, pero nada dicen acerca de que fue justamente Cámpora quien en mayo de 1973 derogó las leyes y las tres Cámaras Federales que fueron creadas en 1970 para juzgar con la ley y las instituciones al terrorismo. ¿Cómo me explican esa contradicción? Insisto Señores Diputados, al 24 de marzo no se llegó de la nada, sino por una serie de actos de notable irresponsabilidad política que no pueden soslayarse de la historia.
Algunos además, con bastante desconocimiento de lo sucedido, apelan a un gastado fetiche, que dice que los militares intervinieron de gusto, dado que existía una cercanía con las elecciones (recordemos que ante el caos se había adelantado la fecha fijándose el mes de octubre de ese año). Seguidamente preguntamos:
¿Quiénes eran los candidatos de los principales partidos? ¿Qué candidato tenía el PJ? ¿Qué candidato la UCR? ¿Quiénes estaban en campaña? ¿En qué fechas se efectuaban las internas partidarias? ¿Dónde se inscribían los fiscales? ¿Qué días se reunía la Junta Electoral para organizar los comicios? ¿A quién beneficiaban las encuestas? ¿Estaba confeccionado el padrón electoral? ¿Cuáles eran los afiches proselitistas? ¿Dónde se efectuaban los actos partidarios? ¿Qué propuestas se esbozaban en las plataformas electorales?
Todas estas preguntas no tienen ninguna respuesta, porque no había candidatos, ni campaña, ni junta electoral ni nada de nada, y esta es otra prueba acabada de la ausencia total de interés y voluntad por parte de la clase política en proseguir por la vía institucional. Como vemos, los militares fueron un instrumento de la clase política, la cual le fue a golpear las puertas de los cuarteles para que estos les saquen las “papas del fuego”, y una vez hecho esto, fue la misma clase política cuartelera la que al retomar al poder institucional, comenzó a enjuiciar y demonizar a quienes oportunamente llamaron con desesperación para entregarles en bandeja el poder del Estado. ¿No habrá algo de hipócrita en este tipo de celebraciones del calendario?
La realidad, es que en forma virtualmente unánime, oficialismo, oposición, ricos, pobres, izquierdas, centro y derechas querían una urgente intervención militar. Al respecto, es interesante mencionar lo que se preguntaba Oscar Camilión (futuro Ministro de Menem) en su libro “Memorias Políticas”:
“¿Por qué no se trabajó en la sucesión de Isabel? Yo creo que en un momento dado era imposible. Faltaba para terminar el mandato de Isabel un año y la situación económica se había hecho inmanejable. La experiencia de la hiperinflación en las condiciones internacionales sumadas al problema de la violencia terrorista hacían muy difícil la hipótesis de que pudiera mantenerse un año más.” (…), “lo único que dio estabilidad al último ciclo de Isabel, quiero decir, que demoró el golpe, era la renuencia militar. Es decir, los militares no querían hacerse cargo del gobierno.”
¿Cuál fue el papel del terrorismo subversivo hasta el 23 de marzo?
Esta respuesta nos la concede el diario de Timerman, quien desde las páginas de La Opinión titulaba: “Una Argentina inerme ante la Matanza¨ (tapa – 23 de marzo de 1976) y repasando el accionar subversivo informaba: “El terrorismo ha causado 1358 muertes desde el 25 de mayo de 1973, así desglosadas: 66 militares, 136 miembros de las Policías provinciales, 34 de la Policía Federal, 677 civiles y 445 subversivos¨. En cuanto a lo que Tucumán concierne, la periodista y ex miembro del ERP María Seoane confirma que el líder de su organización, Mario Roberto Santucho, en 1975 contaba con 500 combatientes sólo para instalarse en la selva. El 8 de enero, el diario La Opinión, bajo el título “Once meses de operaciones” informaba: “desde la iniciación del Operativo Independencia en la zona de Faimallá, el 9 de febrero de 1975, se produjeron alrededor de 500 enfrentamientos armados entre tropas del ejército y grupos subversivos”.
REPASEMOS ALGUNOS DIARIOS DE LOS DÍAS PREVIOS AL 24 DE MARZO:
El emblemático diario de los Timerman La Opinión, informaba: “Un muerto cada cinco horas, una bomba cada tres” (Tapa – 19 de marzo de 1976), “De jueves a jueves (entre el 11 y el 18 de marzo) 38 personas fueron asesinadas en todo el país sin que se produjera ninguna detención ni se diese cuenta de ninguna pista. En el mismo período, 51 bombas estallaron en diferentes sitios”. Respecto del grado de adhesión popular que tenía la posibilidad de un gobierno “cívico-militar”, el 20 de marzo el diario La Opinión informaba: “Prácticamente un noventa por ciento de los argentinos habla hoy de la proximidad de un Golpe de Estado”. Ese mismo día, el dirigente justicialista Jorge Antonio manifestó: “si las Fuerzas Armadas vienen para poner orden y estabilidad, bienvenidas sean”. Francisco “Paco” Manrique, Presidente del Partido Federal (por entonces la tercera fuerza electoral) afirmó: “Estamos asistiendo al sepelio de un gobierno muerto, al desalojo de una pandilla”. Los Diputados voluntariamente abandonaban sus puestos, y el 21 de marzo Clarín informaba: “Los legisladores que asistieron al Parlamento se dedicaron a retirar sus pertenencias” y agregaba: “y algunos solicitaron un adelanto de sus dietas”. El mismo día, el diario La Razón completaba: “Hay tranquila resignación en el Congreso frente a los inevitables acontecimientos que se avecinan”. También el 21 de marzo, el diario La Prensa detallaba en sus titulares: “Hubo 1358 muertos desde 1973 por acciones terroristas”. El diario La Nación, por su parte, informaba el 21 de marzo: “Doce personas asesinadas en el interior”.
Al día siguiente, el 22 de marzo, el Senador radical Fernando De la Rúa arremetió: “Es increíble que la Presidente, que proclama su afición a los látigos, ni siquiera desmienta que su ex ministro y principal consejero, López Rega, siga alojado en su quinta madrileña, convertida en aguantadero de un prófugo de la justicia”. El mismo día, procediendo de igual modo que los Diputados que se escapaban de sus funciones, el Intendente de la Ciudad de Buenos Aires, el peronista José Embrioni presentó su renuncia.
Tapa de los diarios del 23 de marzo:
El diario LA RAZÓN titulaba: ¨Es Inminente el Final Todo Está Dicho. Al mismo tiempo, el diario La Nación informaba: “Aguárdanse decisiones en un clima de tensión” y en otro pasaje agregaba: “Éxodo sindical ante hechos imprevisibles”; por su parte, el diario La Prensa titulaba: “Diez Extremistas Muertos en La Plata”.
Llegamos en este contexto al 24 de marzo y nos vemos obligados a hacer la siguiente pregunta:
¿Ese día se quebró el Estado de derecho en la Argentina?
Antes del 24 de marzo, durante los tres años de gobierno peronista se padeció: 500 muertos por la AAA (conducida desde un Ministerio gubernamental), 1358 personas fueron asesinadas por la subversión (Montoneros y ERP), 6500 atentados subversivos sin condena se llevaron a cabo entre mayo del ‘73 y marzo del ‘76, escandalosas cifras a las que cabe sumar 908 desaparecidos en democracia por responsabilidad del Estado peronista.
¿Saben cuantas sentencias condenatorias hubo en ese lapso tanto a miembros de la AAA como de la subversión por tamaña masacre durante esos tres años? NI UNA SOLA. Eso sí, Cámpora amnistió a más de 2000 terroristas en mayo de 1973.
¿Puede decirse seriamente que antes de la fecha que hoy recordamos existía el Estado de derecho? Y si el Estado de derecho fue destruido desde antes: ¿porque no recordamos las fechas precedentes también? Con este tipo de rememoraciones que promueve el gobierno nacional en donde demoniza a unos y disculpa a otros: ¿estamos contribuyendo a la verdad histórica o a su deformación?
Quizás es por todo lo señalado, que el mismo 24 de marzo, el diario vespertino La Tarde, dirigido por el actual Canciller de la República Héctor Timerman sin ocultar su alegría nos informaba: “Esta madrugada culminó la dramática crisis en que, ante el vacío de poder político, estaba sumida la Nación. Las FF.AA., agotadas todas las instancias del mecanismo constitucional, asumieron la conducción del Estado”.
Como vemos, a diferencias de otros golpes ocurridos en la Argentina que fueron mas bien de tipo sectorial (como el llevado a cabo por los conservadores en los años ‘30 o el protagonizado por Perón y todos los simpatizantes del Eje en 1943), el del 24 de marzo de 1976, quiérase o no tuvo un consenso masivo en la dirigencia y la opinión pública sin mayores contrastes ni discriminaciones ideológicas.
Vayamos a cuentas:
Una vez ocurrido el golpe Ricardo Balbín afirmó: “nunca fue tan fácil como en este momento para las fuerzas armadas tomar la Casa de Gobierno: Porque no hay nadie en ella”.
El gobernador del Chaco y Vicepresidente Primero del Justicialismo, Felipe Bittel (compañero de fórmula de Luder en 1983) al enterarse del nuevo gobierno le gritó a Osvaldo Papaleo (Secretario de Prensa de la Presidencia): “Chau…papá, hasta mañana… Esto hay que festejarlo con champaña. Todo se ha disipado”.
Una de las voces más representativas de peronismo, Jorge Paladino (ex secretario general del PJ y delegado personal de Juan Domingo Perón) describió la realidad manifestando: “las Fuerzas Armadas no hicieron más que aceptar un pedido general, tácito y/o expreso de la ciudadanía para encarar, con su intervención, una crisis de supervivencia de la Nación que las instituciones formales y las organizaciones civiles demostraron ser incapaces e impotentes de resolver”.
A partir del día siguiente de la destitución de Isabelita, se produjo una avalancha de apoyos provenientes de todos los sectores del periodismo gráfico, radial y televisivo:
El diario La Nación, el 25 de marzo de 1976 decía: “Lo que termina y lo que comienza. En la madrugada de ayer concluyó el desmoronamiento de un gobierno cuya única fortaleza consistía, en los últimos seis meses, en el empeño que para sostenerlo pusieron quienes no compartían sus propósitos. Nunca hubo en la Argentina un gobierno más sostenido por sus opositores [...] La crisis ha culminado. No hay sorpresa en la Nación ante la caída de un gobierno que estaba muerto mucho antes de su eliminación por vía de un cambio como el que se ha operado. En lugar de aquella sorpresa hay una enorme expectación. Hay un país que tiene valiosas reservas de confianza, pero también hay un terrorismo que acecha.”
Ese mismo día, el diario Clarín en su esperanzado editorial titulado “Un final inevitable”, afirmaba: “Se abre ahora una nueva etapa, con renacidas esperanzas”.
El 25, el diario La Prensa publicaba: “Orden, seguridad, confianza [...] En dos horas, sin el asomo de una sola falla, al cabo de una operación impecable, precisa, sin estridencias vanas y sin disparar un solo tiro, las Fuerzas Armadas de la Constitución pusieron término al desempeño ilegítimo del gobierno instaurado el 25 de mayo de 1973. Lo hicieron para salvar “un tremendo vacío de poder” [...] La revolución del 24 de marzo no sólo ha puesto fin a una época de ignominia y a un régimen corrupto y corruptor, sino que ha abierto el cauce por el cual podrá ir derramándose un nuevo modo del comportamiento colectivo” y respecto al clima social agregaba “Basta recorrer la ciudad, terciar en la conversación del grupo callejero, prestar oídos a la tertulia del café, de la sobremesa, anotar los comentarios en el ámbito del trabajo o de la familia, para percibir en todos una sensación de alivio”
El 27, el diario de izquierda La Opinión, en una nota firmada por Jacobo Timerman esgrimía: “Si los argentinos, como se advierte en todos los sectores – aun dentro del ex oficialismo-, agradecen al Gobierno Militar el haber puesto fin a un vasto caos que anunciaba la disolución del país, no menos cierto es que también le agradecen la sobriedad con que actúan”.
Como vemos, no había sector social ni ideológico que no avalara la intervención militar. Tanto es así, que hasta el mismísimo Partido Comunista emitió una extensa proclama de apoyo al “golpe” al día siguiente de producido el mismo que se titulaba:
“Ayer, 24 de Marzo, las FF.AA. depusieron a la presidenta María E. Martínez, reemplazándola por una Junta Militar integrada por los comandantes de las tres armas. No fue un suceso inesperado .La situación había llegado a un límite extremo que agravia a la Nación y compromete su futuro” [...] “La movilización de tropas del 24 de Marzo había sido precedida de una intensa campaña que reclamaba “rectificar el rumbo”. Efectivamente, era necesario y urgente cambiar el rumbo” [...] “En víspera de los dramáticos sucesos del 24, bandas fascistas impunes asolaron con sus crímenes el país. La muerte rondaba las calles y caminos, fabricas, universidades, hospitales; penetraba en la intimidad de los hogares. Nunca se había visto en nuestro país nada tan cruel.” [...] “Entre los objetivos expuestos por la Junta Militar está el de combatir la corrupción que pudre donde penetra; y en nuestro país ha penetrado hondo en ciertos medios” [...] “También expuso su propósito de poner fin a la subversión… El P.C. considera auspicioso que la Junta Militar haya desechado una solución “Pinochetista”.
Pero el apoyo de todos los sectores y partidos tradicionales al gobierno militar no se limita a lo declamativo sino a la colaboración activa. Al cumplirse tres años de gobierno del Presidente Videla, el día 25 de marzo de 1979, el diario La Nación publicaba la nómina de los 1697 intendentes en pleno ejercicio de sus funciones.
Solamente el 10% de los municipios eran comandados por miembros de las FF.AA., el 90% restante por civiles repartidos del siguiente modo:
El 38% de los intendentes estaba conformado por personalidades civiles de reconocida trayectoria en sus respectivas jurisdicciones y comunas, y el 52% restante era directamente comandado por los partidos políticos tradicionales. ¿Y quién encabezada la lista?, por supuesto que:
“La Unión Cívica Radical con 310 Intendentes en el país, secundada por el PJ (partido presuntamente “derrocado” con 192 intendentes), en tercer lugar se encontraban los Demo. Progresistas con 109, el MID con 94, Fuerza Federalista Popular con 78, los Demócratas Cristianos con 16 y el izquierdista “Partido Intransigente” con 4”.
Sin duda alguna, en este cogobierno cívico-militar fue la UCR la más entusiasta colaboradora. Es llamativo el error que cometieron los militares al rodearse tanto de un partido caracterizado por la recurrente ineficacia en ejercicio del poder: el radical “Ricardo Yofre fue subsecretario general de la Presidencia […] el último embajador del “Proceso” en Washington fue el radical alfonsinista Lucio García del Solar” Además: “fueron designados embajadores: en Venezuela, el radical Héctor Hidalgo Solá; Rubén Blanco en el Vaticano; Tomás de Anchorena en Francia; el demócrata progresista Rafael Martínez Raymonda en Italia; el futuro Ministro peronista Oscar Camilión en Brasil (futuro Ministro de Menem), el demócrata mendocino Francisco Moyano en Colombia y el socialista Américo Ghioldi en Portugal”. De igual modo se conservaron excelentes vínculos con los sectores sindicales del peronismo, y también con la Comisión Nacional del Trabajo, liderada por Jorge Triacca, quien junto al Ministro de Trabajo de Videla asistía a la Asamblea Anual de la O.I.T.
Todo este extenso comentario no lo hice para abrumar sino para esclarecer, no hay dato que no tenga la fuente correspondiente para quien lo quiera chequear o corroborar. Los años ‘70 fueron parte de un drama del que todos los sectores y actores sociales tuvieron alta responsabilidad, resulta fácil ahora cargar tintas y demonizar gratuitamente a los militares, pero yo acá no vine a tratar de vender memoria sino de hacer historia con los datos en la mano y teniendo en cuenta de que no se puede entender lo que ocurrió con explicaciones simplonas y maniqueas sino que todos los tristes episodios vividos formaron parte del principio de acción y reacción.
Es decir:
1) No hubiese habido represión de Estado si antes no hubiese habido agresión guerrillera.
2) No hubiese habido represión ilegal si Cámpora no derogaba la legislación antisubversiva, ni la Cámara Federal ni amnistiaba a los terroristas en 1973.
3) No hubiese habido Triple A sin la anuencia de Perón.
4) No hubiese habido desaparecidos sin la anuencia de Isabel
5) No hubiese habido golpe militar sin el apoyo de la civilidad ni la dirigencia política.
Hagamos hoy no el día de la hipocresía y la demagogia, sino un día para que cada sector asuma la responsabilidad que le toca, efectuando una autocrítica integral sin incurrir en demonizaciones facilistas. Solo contando las cosas como son y distribuyendo las responsabilidades de modo justo y desapasionado podremos aprovechar un 24 de marzo para crecer como sociedad, y no usar esta fecha para adelante propaganda demagógica y aprovecharla como feriado ocioso tal como el gobierno la proclamó en los nuevos calendarios.
Cerraré mi exposición citando a un escritor emblemático para el tema que hoy nos ocupa, Ernesto Sábato, y digo emblemático porque Sábato fue nada más y nada menos que presidente de la Conadep alfonsinista y redactor del promocionado best seller financiado por el Estado, llamado “Nunca Más”, el cual hoy se usa como lema y bandera. ¿Qué decía el alma mater de este libro y este slogan en 1978 respecto del 24 de marzo?
“La inmensa mayoría de los argentinos rogaba casi por favor que las Fuerzas Armadas tomaran el poder. Todos nosotros deseábamos que se terminara ese vergonzoso gobierno de mafiosos. Desgraciadamente ocurrió que el desorden general, el crimen y el desastre eran tan grandes que los nuevos mandatarios no alcanzaban ya a superarlos con los medios de un estado de derecho…los extremistas de izquierda habían llevado a cabo los más infames secuestros y los crímenes monstruosos más repugnantes” y haciendo un balance de la gestión en curso de Videla, remató: “Sin duda alguna, en los últimos meses, muchas cosas han mejorado en nuestro país; las bandas terroristas han sido puestas en gran parte bajo control. La democracia tiene que aprender su lección de la historia y debe saber que con los viejos métodos liberales heredados de tiempos menos problemáticos, no se pueden dominar los delirios del presente”.
Esto decía en 1978 el redactor del libro Nunca Más y Presidente de la Conadep en una revista alemana llamada GEO, y fueron reproducidas en el libro de Juan José Sebreli llamado “CRITICA A LAS IDEAS POLÍTICAS ARGENTINAS”, publicado en el 2003 por la editorial Sudamericana. Y ¿resulta que ahora desde el oficialismo kirchnerista nos piden que tengamos memoria?
Fue una época de sangre y fuego, en donde todos los sectores padecieron amigos o familiares muertos, desaparecidos o afectados por la violencia multilateral. Lo cual es lamentable y hay que guardar respeto para todos quienes padecieron estos episodios. Sin embargo, vale subrayar que no todos sufrieron tanto sino que algunos sacaron provecho de esas circunstancias, tal el caso del matrimonio Kirchner, que entre 1977 y 1982 compraron 22 propiedades en Santa Cruz, gracias a la Circular 1050 de Martínez de Hoz. Esto también hay que traerlo a la memoria, para que nos sean los vivos, los usureros o los oportunistas los que nos impongan los feriados, los relatos, los ángeles, los demonios y los slogans maniqueos.
Muchas gracias.
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